Text llegit el desembre de 2014 davant les portes de la presó de Wad-Ras.
“Rabia, cuando te comunican que han detenido a una de las personas que más quieres, y que se la llevan a la cárcel. Cuando ves cómo la vida te da la vuelta.
Rabia, mucha rabia.
Rabia, cuando la funcionaria de turno, y porque le sale del coño, no te deja entrar. Y no puedes decirle nada porque sino la semana que viene tampoco entras. Rabia.
Rabia, cuando descubres como funciona todo. A más buena, menos problemas y más permisos. Así que boquita cerrada. Rabia.
Rabia, cuando te impiden pasar un regalo que habías preparado con ilusión porque a la carcelera no le da la gana pasarlo.
Rabia, cuando sólo puedes ver a tu madre cuando te dejan y cuando puedes. Cuando no puedes elegir verla. Cuando la tienes que ver entre esos muros, con funcionarios vigilando. Rabia, y ganas de romper todos los muros y huir junt@s.
Rabia, cuando la comida es incomible y no tienes un jodido duro para coger algo del economato. Rabia.
Rabia, cuando ves cómo nos ha afectado la condena a quienes la hemos vivido desde fuera. Cuando te despiertas con pesadillas. Cuando los nervios y la angustia te sobrepasan, ante el continuo ¿cómo estará?
Rabia, cuando me hacen esperar en la sala sabiendo, que no llegará nadie.
Rabia, cuando sale a la calle después de 1 año y te encuentras a una persona con profundas secuelas, con la salud deteriorada, con muchísima ansiedad, con miedo continuo, llena de inseguridades, desubicada totalmente. Rabia.
Rabia, cuando se cumple cada año de la detención y es una semana donde las pesadillas brotan, y los recuerdos de lo vivido te superan.
Rabia, cuando ves como el discurso fácil es lo que prima, en vez de rompernos la cabeza de manera abierta para lograr ser más fuertes fuera para favorecer las luchas dentro.
Y sobretodo, Rabia y dolor cuando te das cuenta que no estamos a la altura. Cuando te miras o miras a tu alrededor y te das cuenta de lo lejos que estamos de ser un movimiento de solidaridad con las personas presas y contra las cárceles real y fuerte.
Rabia, cuando estabas teniendo una conversación interesante y el/la funcionari@ de turno abre la puerta del locutorio porque se ha acabado la hora.
Rabia, cuando llegas “feliz” a la comunicación después de una buena racha y han vuelto las malas noticias.
Rabia, cuando al salir de la comunicación ves a alguien llorar y te invade la impotencia, y la rabia.
Rabia, cuando sabes que el funcionari@ te está mintiendo y no puedes hacer nada, cuando la realidad te estalla en la cara, impotencia y rabia.
Rabia, cada vez que te cuenta que algo va mal y no puedes reventar el cristal.
Rabia, cuando toca despedirse y una día más el cristal te prohíbe ese abrazo.”